
Populosa y bella ciudad de casi medio millón de habitantes, bañada por el río Garona, mirando hacia el futuro, con su industria aeronáutica como centro europeo por la construcción de los aviones más modernos sin olvidar el famoso “Concorde” del siglo XX.
Fue sin duda la disputada llave en el dominio del Languedoc, que los cruzados al mando de Simón de Monfort, intentaron denodadamente arrebatar a los cátaros el liderazgo del sur de Francia, conseguido tras interminables luchas contra los representantes de la ciudad que, fuertemente amurallada lograron por un tiempo zafarse al yugo de la poderosa Francia del siglo XIII.
La famosa obra medieval “Cançó de la croada contra los Albigesos” de Guillermo de Tudela, hace relato de la intensa lucha originada entre los cátaros y los cruzados, en su primera parte del relato.
Es en la mañana del 16 de junio de 1211 cundo el Conde de Bars se une a Simón de Monfort a fin de emprender la marcha contra Toulouse, viéndose abocados a una lucha encarnizada, ya que el Conde de Toulouse en contraposición reúne una importante fuerza junto con el Conde de Comienges, el senescal de Agen los barones de Montalban, los señores de Moissac, y la importante adhesión del Señor de la Cerdanya, el Conde de Foix más otros tantos caballeros occitanos.
Acto seguido Simón de Monfort se retira a Carcassone, concentrando sus tropas en Castelnaudary, esperando al ejército de Toulouse. Los tolosanos al frente del Conde Foix interceptan un cargamento de los cruzados, con víveres y avituallamientos iniciando estos el asedio a Castellnaudary el frente de Bouchard, no obstante los cruzados ganan la batalla a causa de la imponente fuerza militar que presentan.
Los tolosanos de Foix ante la derrota , levantan el cerco, aun la momentánea debilidad de Simón de Monfort, superándose los cruzados, tomando Gaillac y Labrave, logrando recuperar San Antonin por el Conde de Tolosa, equilibrando así la momentánea derrota.
Simón de Monfort recupera fuerzas preparando un ejército para tomar San Antonin que logra el 20 y 21 de mayo de 1212, atacando a Monteuq y Argenais, además de asediar asediad Penne–d’Agenis, que sucumbe debido al terrible acoso en pleno del tórrido mes de julio.
Tiene lugar en este ínterin, una serie de sucesos entre los dos contendientes en liza, que equilibran la balanza entre las dos fuerzas, por una paz continuamente interrumpida pero sin llegar a un dominio bélico por ninguna de las partes. En la circunstancia de que el hijo de Simón de Monfort Amauric de Montfort teniendo a su disposición un gran ejército no logra doblegar a las fuerzas de los cántaros, junto con el nuevo rey de Francia Luis VIII, que reina por el fallecimiento de su padre, por lo que este se retira de la cruzada a causa de otros problemas dentro de sus estados. Renuncia Amauric a sus derechos sobre el Languedoc, dando al catarismo unos necesarios momentos de respiro.
La segunda parte de la Canción de la cruzada albigenses, de autor anónimo, es más extensa que la primera, notándose un giro más subjetivo en contra de la cruzada, en críticas abiertas a los hechos de Simón de Monfort al que califica de despiadado y salvaje en sus actuaciones.
El Concilio de Letrán, de 1215, se posiciona a favor de Simón de Monfort, en cuanto a las cesiones nobiliarias como Duque de Narbona y Conde de Tolosa. Simón y su hijo se reúnen en Marsella, lugar donde un gran grupo de nobles les esperan en Avignón rindiéndoles homenaje con una fuerza de 1000 caballeros, 100.000 hombres armados.
Pero aun con todos estos contingentes y unas buenas propuestas de alianzas, estas se van diluyendo por los distintos juramentos que entre todos estos caballeros se hacen entre si, por lo que Simón se encuentra nuevamente solo con su hermano Guy de Monfort y su hijo Amauric. Forma una alianza en Avignón junto con los de Marsella y Tarascón, que reuniendo un nuevo ejército cruzado se encamina hacia Bellcaire, cayendo dicha ciudad, por lo que Simón de Monfort toma de nuevo la delantera, aun así tras el prolongado asedio los cátaros se rehacen, siendo vencido Montfort nuevamente. Otra ataque de los cruzados se realiza contra Saint Cyprien, a donde se presentan los tolosanos por lo que vencen un vez más a Simón.
El Conde Raimon de Tolosa convoca un concilio en Saint Cyprien a fin de preparar la defensa de la ciudad. Simón reorganiza nuevamente un ejército a fin de asediar la ciudad contando con una planeada sorpresa, no así con Bernanrd de Cominges que si, estuvo al tanto del ataque, por lo que Simón pide refuerzos al rey de Francia.
Acude en ayuda de Simón el Conde de Soissons un imponente ejército donde en el 3 de junio de 1218 ponen sitio a Tolosa, ocupando un puente importante dominando pasos estratégicos del rio. Por lo que los tolosanos viendo que los cruzados construyen una gran torre la cual van acercando hacia la ciudad, deciden salir al encuentro de esta y de las tropas atacantes en una enconada y cruel batalla por parte de los dos ejércitos, siendo una vez más derrotados los cruzados de Simón de Monfort.
El 25 de junio de 1218, Simón de Monfort en el ataque a Tolosa, descabalga de su caballo para asistir a su hermano Guy alcanzado por una flecha, en el instante de que una gran y oportuna piedra impacta sobre su cabeza destrozándola, poniéndose fin al asedio por parte de los cruzados, retirándose estos a Carcassona.
Una vez más los cruzados intentan recuperar el terreno pedido, dirigiéndose hacia Marmande al mando de Amauri de Monfort asediándola, pero este se ve desbordado quizás por su extrema juventud y desánimo, que le hace renunciar a la posesión del Languedoc. Se inician conversaciones en junio de 1219 entre el Príncipe de Francia y los tolosanos, firmándose una paz por la cual estos renuncian al dominio del Languedoc, pasando el sur del país definitivamente a manos del poder de Francia.
Artículos relacionados
Canción de la cruzada contra los albigenses