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Carcasona

Podríamos comenzar el itinerario por la ciudad cátara de Carcasona , apareciendo ya desde lejos la vista de sus imponentes dobles murallas, paseándonos por el “paso de ronda”, nos hacemos la ilusión de ser guerreros medievales, vigilando la posible llegada de invasores.

Carcasona , es una de las ciudades europeas mejor conservadas, ya en el siglo III, se construyeron sus murallas con unas treinta torres, rodeadas previamente con un terraplén, dificultando a sus atacantes, y por si asaltaban la primera muralla estaba la segunda, haciéndoles mas difícil su conquista.

Auque Carcasona , siempre fue muy difícil, por no decir imposible de conquistar, los cátaros opusieron muy poca resistencia, dejándose influenciar por el terrible precedente en la destrucción y matanzas de Beziers.

Las torres de Carcasona están coronadas por empalizadas de madera visibles en la actualidad, sus matacanes, aspilleras y saeteras, todo un conjunto fortificado de la época. Tenemos una grandiosa entrada, la puerta de Narbona , en su parte contraria, la puerta de Aude, cerca del río de su mismo nombre, torre de la Inquisición, torre cuadrada del Obispo, poterna en la torre San Nazario.

Resulta muy interesante la ciudad medieval de Carcasona encerrada por sus murallas, calles y edificios de la época, muy bien conservados, que hacen transportar al visitante hacia aquellos lejanos tiempos, en un solo día si estáis dispuestos a caminar se pueden visitar, tanto las murallas como la misma ciudad medieval.

Yendo hacia el sur por la carretera se llega a la abadía de San Hilario, llamada en un principio de San Saturnino, pasando a su nombre actual al encontrar las reliquias de San Hilario, levantada en el siglo XII, conservando magníficamente su construcción, sobre todo los edificios conventuales rodeado por el claustro gótico, son sus columnas geminas coronadas con capiteles dobles, esculpidos con monstruos y follaje.

Siguiendo hacia el sur del país cátaro veremos la Abadía de St. Polycarpe digna también de ser visitada. En un ligero desvío hacia el oeste nos encontraremos con la ciudad cátara de Limoux , rodeada de murallas siendo conquistada por Simón de Montfort . Limoux es conocida por su vino espumoso natural “Blanquette” utilizando tres cepas, Mouzac, Chardonnay y Chenin, conocida la ciudad cátara de Limoux por su carnaval, los domingos de enero y marzo, en ocasiones en martes o sábado, con sus característicos disfraces de máscaras.

Continuemos hasta la Abadía Alet-les-Bains de estilo carolingio consevándose vestigios de la sala capitular, la puerta norte de entrada y la iglesia. Protagonizando ésta Abadía un terrible espectáculo, un noble llamado Bertrán de Saissac (sospechoso de ser cátaro ) en la elección de un nuevo abat, los monjes nombraron a uno que no era del agrado de Saissac, el cual hizo desenterrar al anterior abat para presidir el nombramiento de uno, a satisfacción del noble. Cerca de esta Abadía está el castillo de los duques de Joyeuse en la ciudad de Coutiza , muy bien conservado.

El este de Coutiza , el viajero visitará las ruinas del castillo cátaro de Coustaussa construido en el siglo XII por la familia Trencavel a fin de dominar el paso entre las Corberas y el valle del Aude.

Al este estaría bien detenernos en la ciudad cátara de Arques , para poder contemplar la gran mole de su torre erigida en el año 1316, con una altura de 20 metros, mas que del aspecto defensivo se cuidó la construcción sobre todo en la comodidad y elegancia a efectos de vivienda, de forma cuadrada, con cuatro torres en sus respectivas esquinas, aunque por esta fecha, no estuvo ya implicada en las guerras contra los cátaros .

Volviendo otra vez hacia el oeste el visitante bien puede detenerse un momento en primer lugar en Rennes-les-Bains, por sus aguas termales al igual que Alet-les-Bains, ya desde la época de los romanos. Rennes-le-Château, por su torre biblioteca Magdala, sin implicación cátara , pero misteriosa por un supuesto tesoro cátaro del cura Saunière, y la extraña pila de agua bendita de su iglesia, que representa sobre ella, un demonio rojo con una especie de túnica verde. Sin olvidar el pequeño pueblo de Espéraza, con sus dos museos muy visitados por los viajeros de estas tierras cátaras .

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Bertran de Saissac.

Castillo de Arques.

Castillo de Carcasona.

Simón de Montfort.

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