
Blanca de Castilla (1188-1252) hija de Alfonso VIII de Castilla y Leonor de Plantagenet . Nieta por parte materna del rey Enrique II de Inglaterra (1133-1189) y Leonor de Aquitania (1122-1204). Fue regente del futuro rey Luis IX de Francia (1214-1270), conocido como el rey San Luis.
Blanca estuvo poseída de un fuerte carácter, quizás por la genética heredada de su abuela Leonor de Aquitania , y al igual que esta, se encontró envuelta en unas condiciones un tanto turbulentas y difíciles políticamente, propias de la época en la que le tocó vivir.
Blanca de Castilla se distinguió por su férreo anticatararismo , apoyando a las facciones de las cruzadas de forma total y resuelta, teniendo siempre en mente la certeza de que la política central de París era la verdadera garante del dominio de toda Occitania , teniendo como consejero al cardenal Romano di San Sangelo , que a su vez era el legado del papa Gregorio IX (1227-1241). Incluso hubo un cronista inglés Matthew París, que insinuó la estrecha relación entre Blanca y Romano , de carácter sexual, la cual cosa se convertiría en la comidilla de las gentes. Blanca poseía un ejército propio que lo puso a disposición de la cruzada contra los cátaros , pero caballeros del norte de Francia resultaron ser contrarios a que una mujer tuviera mando sobre ellos. Al presentarse esta dificultad, tuvo la resolución en prescindir de ese contingente bélico, reclutando nueva y renovada tropa, ayudada con la aportación pecunial del cardenal Romano , bajo los parabienes de Gregorio IX .
Destrucciones de Simón de Monfort
Mientras que el poderoso Simón de Montfort (1160-1218) tan solo se había dedicado a quemar las cosechas, para evitar que los cátaros pudieran aprovisionarse de alimentos, las acciones de Blanca de Castilla , consistieron sistemáticamente, en procurarse la ruina de todo el Languedoc , envenenando pozos, quemando huertos y viñas, olivares y arrasando pueblos enteros sin dejar muros ni piedras que supusieran el refugio de las gentes. Todas estas series de calamidades producidas por las tropas de la reina Blanca , indujo indefectiblemente al conde Raimundo VII (1197-1249) a pedir la paz.
La banca rota de Raimundo VII , fue total, pierde su poder en el Languedoc , sus posesiones le fueron arrebatadas, ya que las luchas entre Tolosa y Foix fueron de tal magnitud que el Languedoc se vio abocado además de su ruina, a la total sumisión de la corona francesa, por su resistencia a esta y por las simpatías vertidas hacia los cátaros . Pesando además sobre Raimundo el parentesco que le unía a Blanca y el resultado fatal que el favoritismo hacia la causa de la herejía cátara le había supuesto y, la reprobación de la Iglesia al ser reo de excomunión. Por todo ello, no tuvo más remedio que dirigirse a Notre Dame de París en calidad de penitente, sin camisa y humillado, frente al cardenal Romano y su prima Blanca de Castilla . De donde tras los penosos espectáculos conciliatorios con la iglesia católica, salió del templo investido nuevamente en su condición condal, pero con entera sumisión a sus nuevos dueños. Acaba de esta manera los alegres tiempos de un Languedoc autonómico, que intentó preservan durante un largo periodo su vocación libertaria.
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