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Batalla de Muret

Existía una confrontación entre el rey Pedro II de Aragón y el papa Inocencio III sobre Occitania, dominada esta región por los cátaros , el papa no podía consentir que el conde de Tolosa apoyara la causa de los cátaros , habiendo pedido Ramón VI vasallaje al rey Pedro, y que éste además lo hubiera aceptado, propiciando con ello el enfrentamiento abierto, entre los cátaros y los cruzados, en la ciudad de Muret, muy cercana a Tolosa, que para mas complicación Pedro II de Aragón siendo fidelísimo católico, quiso ponerse militarmente del lado de sus vasallos tolosanos, objetivo inminente de Simón de Montfort.

El 8 de septiembre del año 1213, Pedro el Católico, instala su campamento frente a Muret, uniéndosele los condes de Comminges y de Foix, simpatizantes de los cátaros , al igual que Ramón VI de Tolosa.

Sabedor Simón de Montfort la concentración del ejército del rey, y sus contingentes cátaros , sale de la ciudad de Fanjeaux con sus huestes acompañado por siete obispos y tres abades, entrando en Muret, la primera acción emprendida es la excomulgación de los condes de Tolosa, e intento de convencer a Pedro el Católico abandonar la causa de los cátaros , y retirarse del campo, propuesta que el rey rechaza de plano.

Simón de Montfort estratégicamente tenía problemas, ya que los cruzados al acabar la Cuaresma, pasados ya los cuarenta días obligatorios, se marchan hacia Francia, por lo que los cruzados quedan en inferioridad, con unos 800 caballeros y 700 infantes, frente al ejército de los cátaros de 40.000 combatientes (aunque según costumbre de la época, tales cifras estén exageradas). La ventaja de Simón es sin duda su gran preparación militar, el acerbado odio hacia los cátaros , y la buena organización de sus tropas.

El gran contraste entre uno y otro ejército, es que mientras Simón de Montfort, planea concienzudamente la acción a realizar contra los cátaros , velando sus armas y rezando parte de la noche; En el campo de los cátaros peor organizado, pasan la noche en celebraciones, al considerar ya de antemano una gran victoria sobre los cruzados, el rey, su máximo valedor, tras una noche repartida entre comer beber y practicar sexo con una mujer, aun le queda tiempo para rechazar el plan de Ramón VI el cual no cree conveniente presentar batalla a campo abierto, sino asediar la ciudad de Muret, tachándole de cobarde el rey Pedro el Católico, por lo que Ramón VI se retira ofendido a su tienda.

Simón de Montfort, sale con sus tropas de Muret sin ningún problema, sabedor por sus espías que el rey Pedro, irá en primera línea al frente de su ejército cátaro, a la manera clásica de la época, escogió a una treintena de sus más sanguinarios guerreros, a fin de matar al rey en el primer encuentro.

En efecto, el ejército de los cátaros choque es extremadamente durísimo, volando cabezas, brazos y piernas por todas partes, uno de los treinta hombres cruzados abate a un gigantesco soldado cátaro, exclamando ¿era éste el gran guerrero que se cita en las leyendas?. ¡! No es el rey, bellaco ¡! exclamó Pedro el Católico, ¡el verdadero rey lo tienes delante! por lo que inmediatamente se abalanzaron todos contra el monarca, el cual logró matar a ocho guerreros, pero finalmente un vez muerto su caballo, lo abatieron despiadadamente, dejando su cuerpo destrozado y desnudo, siendo rescatado su cadáver por los cátaros .

Simón de Montfort, hizo correr rápidamente la noticia de la muerte del rey Pedro, por lo que las desorganizadas tropas de los cátaros huyeron desordenadamente, los cruzados, realizaron una maniobra envolvente, persiguiendo a los fugitivos empujándolos hasta orillas del río Garona, en donde se dijo, que murieron ahogados más de 20.000 soldados.

Con el fin de la batalla de Muret, y la estrepitosa derrota de los cátaros , comienza el declive de los mismos, así como el dominio catalán sobre Occitania, perdiendo la ocasión del expansionismo de la Corona de Aragón y Cataluña por todo el Languedoc, en beneficio del monarca francés, que ve en esta oportuna derrota cátara y catalana, la liberación del sur de Francia que tanto ansiaba.

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